Después de años como estudiante y docente de yoga, mindfulness y meditación, creo mi propia Escuela basada en mi experiencia personal y profesional. Experiencia que, por otro lado, siempre está en evolución. 

Llegar hasta aquí no ha sido fácil, pero sí natural. Con una inquietud espiritual desde muy pequeña, empecé a interesarme por el budismo, la psicología, las relajaciones conscientes, el yoga… Aunque mi profesión iba por un camino muy diferente: estudié derecho y estuve varios años trabajando en un banco. Algo, quizá, contradictorio pero necesario para mi proceso laboral y personal. 

En aquella época empecé a practicar con un profesor que me hizo experimentar lo que realmente es el yoga y la meditación. En sus clases aprendí a observar mi respiración y, a través de ella, a sentir la unión entre el cuerpo, la mente y el corazón, es decir, a conectar en esencia conmigo. Esto me llevó a querer profundizar más en estas disciplinas y comencé a formarme como profesora de yoga, al principio, sin intención de serlo. Pero la aparente mala suerte de la finalización de un contrato en el banco en plena crisis económica me hizo cuestionarme si la vida que estaba llevando era coherente con mi sentir. Y, como decía, esto no fue fácil porque implicó desmontar unas creencias sobre el modelo de vida y la seguridad laboral, pero sí que fue orgánico porque me llevó a conectar con mi corazón y a elegir desde él.